lunes, 22 de octubre de 2018

¡Felicidades, viejo!

Aunque de pequeño yo te empecé a seguir, nunca te había escrito en un 23 de octubre, pero creo que hoy es un buen día para empezar. Pero me está siendo difícil. Son tantas personas y recuerdos los que tengo desde que poco a poco me enamoré de ti, que me resulta complicado buscar un principio. Asi que creo que lo más justo será empezar por darte las gracias. Por haberme dejado disfrutar tantos domingos, y sobre todo, por haberme hecho llorar en el Ruta. En las malas fue donde conocí a las personas que te quieren de verdad, personas que años después nos hemos unido para luchar como viriatos porque no te queríamos ver morir. Eso es lo más grande que me llevo de todo esto.

Por enseñarme que la grandeza en el fútbol no se mide ni por títulos, ni por categoría, ni por dinero. Se mide por la fuerza que tienes para levantarte cuando caes en la derrota. Y en eso a nosotros, no nos gana nadie. Por darme la oportunidad de dejarme la voz y de tocarle los huevos al portero rival cada 15 días. Gracias por haberme regalado AMIGOS, en mayúsculas, por todos los puntos de España. Y gracias, por haberme hecho feliz en tantas y tantas veces. Por ti pasé de odiar los domingos a amarlos. Y por ti, fui capaz de odiar a muerte el fútbol hace unos meses porque pensé que te perdía. Si el Zamora no está, el fútbol para mí deja de tener sentido.
Sólo me he prometido dos cosas a mi mismo a lo largo de estos más de 13 años que llevo siguiéndote: la primera, luchar contra todo y contra todos para no dejarte morir. Y la segunda, empujarte con todas mis fuerzas para ayudarte a llegar a esa Segunda División que tanto se nos ha resistido y que tanto nos merecemos. La primera ya la he conseguido. Y la segunda, dame tiempo que estoy en ello, pero ten por seguro que también lo conseguiré. Hasta entonces, seguiré contándole con entusiamo a mi gente toda tu grandeza y por supuesto, seguiré estando a tu lado cuando juegues. Aquí estaré cuando menos te lo merezcas, porque será cuando más lo necesites. Ya sabes que yo nunca te he fallado .
Es un orgullo que tu pequeño gran club celebre las bodas de oro. ¡Felices 50 años de historia, querido Zamora Club de Fútbol! No me faltes nunca🌞🌞🌞

martes, 2 de octubre de 2018

Ser zamorano mola


Muchos lo tienen, lo saben, lo ven y no lo aprecian. Pocos valoran las virtudes de la gran desconocida. Pocos, pocos y cada vez menos. Y lo peor es que te miran raro y se extrañan cuando te sinceras sobre tu ciudad.

Sí, soy un enamorado del paseo que empieza en Las Tres Cruces y termina en la Catedral, mientras paras en La Valenciana, Los Lobos o en el caballero para no perder fuerzas en el trayecto. Soy un enamorado de todas y cada una de las Iglesias que ves por el camino, porque dan un color especial. Soy un enamorado de la bajada de Balborraz. Soy un enamorado del paisaje que te encuentras en el Castillo de la Catedral. Soy un enamorado de los árboles unidos entre sí en la Plaza de Viriato. Soy un enamorado de la marcha de Thalberg. Soy un enamorado de los tres puentes peatonales que dan una perspectiva distinta pero igual de increíble cuando los atraviesas. Soy un enamorado de todo el verde que se ve en Valorio y en San Martín. Soy un enamorado del sillón de la Reina y de la puerta de la Traición. Soy un enamorado de las patatas bravas, de los pinchos, del dos que sí y uno que no. Soy un enamorado de la sonrisa que se le escapa al cualquier zamorano en una ciudad lejana cuando alguien pregunta "¿qué significa "cuzo"?". Soy un enamorado de las magníficas costumbres, tradiciones y gentes que hacen grande a mi ciudad.

Y sí, soy un enamorado de estar enamorado de todo lo anterior. De que mis reyes sean Alfonso VIII y Doña Urraca, de que mis guardianes sean el Peromato y la Gobierna y de que mi bandera sea la Seña Bermeja. Y no, a mi no me avergüenza de decir, esté donde esté, que soy zamorano, y que Zamora es una ciudad increíble. Una lástima que para todos no sea igual, ni estéis enamorados de algo de todo lo anterior, porque no sabéis lo que os perdéis.