domingo, 27 de diciembre de 2015

Torneos de navidad. Benditos torneos de navidad.

Vuelvo a escribir. Como bien sabéis, ayer día 26 de diciembre se disputó a lo largo del día el Torneo de la Diputación de Zamora, que se dividió en tres categorias: prebenjamín, benjamín y alevín. Llevaba años sin acudir a uno, pero esta vez me había comprometido a ayudar a la organización y allí estuvimos, desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche, que se dice pronto.

Pero no es esto de lo que quiero destacar. Como he dicho antes, llevaba años sin acudir. Por lo tanto, también llevaba años sin saborear la emoción, deportividad, lucha, orgullo por ganar e ilusión, sobre todo ilusión, que hay en el fútbol base.

Ayer tuve la oportunidad de hacerlo, y por ello de esa jornada de 13 horas que me tiré ayer en el estadio Ruta de la Plata, digamos que sólo las dos últimas (tras la finalización de los partidos) se me hicieron pesadas. Las 11 primeras horas, se me pasaron volando. Porque cuando estás en un día de fiesta futbolistica, si amas el fútbol, no te puedes aburrir. Y eso fue lo que pasó. A pesar de estar toda la mañana haciendo bocadillos y cambiado mil cosas de sitio, el día mereció la pena, mucho.

Solo por ver a cada jugador del San Lázaro, del Pinilla Duero, del Zamora, del San José Obrero, del Amistad 2000, del Atlético Zamora, del Racing de Benavente, del Amor de Dios, de la E.F. Alberto Cogorro y de otros tantos equipos que me dejo por el camino luchar cada balón como si fuese el último, a pesar de las condiciones meteorológicas, a pesar de la temperatura, a pesar del cansancio de tantas horas de fútbol en 2015, ya mereció la pena.

También lo mereció por volver a reencontrarme con el mítico Alberto Cogorro, aquel jugador de futsal que fue participe en el primer mundial que ganó nuestra selección de fútbol sala, aquel jugador que sigue siendo respetado en el deporte español por tropecientos goles y sobre todo, esa persona que tiene el aprecio de todos por su calidad humana. Fue un momento especial, porque fue uno de mis ídolos de la infancia, y siempre es especial volver a saludar a una persona a la que le tienes tanto cariño.

Llegaron a las finales el Pinilla Duero y la Amistad 2000 en prebenjamines, la E.F Alberto Cogorro y el San Lorenzo en benjamines y el Racing Benavente y otra vez la E.F Alberto Cogorro en alevines. Todos ellos tuvieron el lujo de jugar sus finales en nuestro templo, en el césped del Ruta de la Plata, del grande. Aquí fue donde llegó, posiblemente, el mejor momento de la tarde:

A mi amigo Manu y a mi nos dio por sacar uno de los bombos con los que alentamos las tardes de domingo en el fondo norte y nos fuimos a tribuna. Una tribuna que estaba llena de padres nerviosos e ilusionados por ver a sus hijos levantar el trofeo que tantas frías horas llevaban persiguiendo. Y la grada se convirtió en una fiesta. Todas las finales, acompañadas de ritmo de bombo y por unos padres que se dejaron la garganta a base de cánticos "¡San Lorenzo!" "Cogorro" o "¡Benavente!" se conviertieron en un espectáculo de animación, en un fabuloso espectáculo de animación. Ayer, el Ruta de la Plata volvió a tener una tribuna la mar de animosa, parecida a esa tribuna que tan fundamental fue en viejas tardes de gloria con el Zamora Club de Fútbol.

La Amistad 2000, el San Lorenzo y el Racing de Benavente se convirtieron en campeones de sus categorías, merecidamente. Pero la realidad fue que todos ganaron. Por animación, por deportividad y por respeto. Mi enhorabuena a todos y mi mención especial a la E.F Alberto Cogorro, que se quedó a las puertas en benjamines, que llegó a la final en alevines, que fue el premio al juego limpio en prebenjamines y que cuya afición dejó huella en la capital del Duero.

¡En días así, 13 horas en el templo son pocas! ¡Viva el fútbol!






martes, 22 de diciembre de 2015

Entiéndanlo

Siempre me ha ocurrido lo mismo, y siempre lo he llevado con buen humor, quizá porque soy así, quizá porque igual no me merece la pena discutir por un tema meramente futbolero.
Siempre me ha ocurrido que cuando me preguntan: "Y tú, ¿de qué equipo eres?" y les respondo: "Soy del Zamora Club de Fútbol". Entonces, el sujeto que me hace la pregunta guarda silencio y suelta una carcajada a la vez y me hace la pregunta del millón, normalmente con un tono de mofa bastante apreciable:
"¿Y por qué eres del Zamora, si está en Tercera División?" Normalmente, respondo: "Porque soy desde pequeñito del equipo de mi ciudad, y es el club de mis amores. Y tú, ¿por qué eres del Madrid (o del Barça, en su defecto)?" La respuesta suele ser obvia: "Porque es el mejor equipo del mundo, el mejor equipo del siglo XX, el único equipo que tiene 13 Copas de Europa (o si es del FC Barcelona, porque es el único en el mundo que ha ganado el sextete, porque lleva casi 10 años humillando al eterno rival...)"

Respondo así, pero podría responder: "Soy del Zamora y no soy de ningún grande porque lo bonito es ir al estadio cada domingo, lo bonito es ser de un equipo del cuál te sientes uno más dentro de la familia, lo bonito es sentir un equipo. Lo fácil sería ser del Real Madrid o del FC Barcelona, lo fácil sería celebrar un título mínimo al año, lo fácil sería ir a un bar para ver un partido por la televisión, lo fácil sería sacar un palmarés dorado para justificar el porqué eres de ese equipo. Es lo fácil, pero no es lo bonito. La grandeza de un equipo de fútbol no se mide por los títulos que ha ganado, ni en la categoría en la que esté. La grandeza se mide por las veces que has conseguido levantarte después de caerte, y sinceramente, a eso al Zamora no lo gana nadie, por lo que es imposible que tu equipo haya superado la mitad de obstáculos que el mío"
Posiblemente, si diese esa respuesta, la mitad de la gente no la entendería y por eso me siento afortunado. Porque para ser del Zamora (y de cualquier otro equipo que esté en el barro de Segunda B, Tercera o incluso Segunda) no hay que entender nada, simplemente hay que sentirlo. Hoy me volvieron a hacer la pregunta: "¿Y por qué eres del Zamora?". Y volví a responder: "Porque es mi equipo, porque estoy orgulloso de él, y porque lo quiero tanto como a mi familia"

Mi 2015 futbolistico.

Finalizó mi 2015 en cuánto a materia futbolistica. Otro año más al lado del Zamora Club de Fútbol, pero quizá este ha sido un tanto especial, dónde hay dos partes claramente diferenciadas: antes de junio y después de junio.
Comenzó el 4 de enero con el tercer desplazamiento. Esperaba el Reino de León, en donde, quien me lo iba a decir a mi, empezó la debacle. Aquel 1-0 frente a la Cultural Leonesa dio inicio a una racha en la que jugaras a lo que jugaras, siempre nos salia negro. Y esa racha, es hasta día de hoy, la losa más grande que el Zamora metió en mi corazón, y creo que lo será hasta dentro de muchísimos años. Pasaron muchas cosas, pero solo una triste conclusión: el Zamora, 16 años después y contra todo pronóstico, iba a perder la categoría. Opciones había, presentimientos de que lo iba a conseguir también. Realidades y argumentos había muchos, pero se iban apagando con el paso de las jornadas. Un partido para el recuerdo: aquel hermanamiento con el oviedismo, aquella fiesta futbolera que ganaron, pero en la que creo, luchamos dignamente. Tan solo un destello de esperanza en la jornada 36 frente al Avilés, al que se le endosó un 4-1. Pero se quedó en eso. Jornada 37 en Burgos que comenzó divinamente y que acabó en sentencia. En aquel 2-1 en El Plantío, de alguna manera, se apagó una gran parte de mi felicidad por entonces, se apagó mi ilusión, se acabó mi esperanza. Solo un milagro frente a la Cultu en casa podría terminar con la pesadilla.
No fue así. Aquel macabro 17 de mayo de 2015 viví mi primer descenso. Lloré. Mucho. Poco para como me encontraba, la cruda realidad. Solo el consuelo de los aficionados culturalistas y el saber que ellos en su día estuvieron peor que yo esa tarde salvó aquella puta tarde. La más negra desde que acudo al Ruta cada domingo. La más negra desde que mi padre me inculcó el rojiblanco, unos colores de los que seguía orgulloso, a pesar de todo. A pesar de haber descendido a Tercera División. Desde estas líneas, agradecimiento público a los que me escribieron, bien para dar ánimos, bien para hacerme creer que no era más que un pequeño bache.
Quizá ese fue el motivo que más me empujo después de aquello: el orgullo de ser del Zamora. En ningún momento se me pasó por la cabeza abandonar. Ni de coña. Era duro ver que el Zamora pasaba de enfrentarse a equipos como el Racing de Ferrol, el Compos o el Logroñes para enfrentarse con el Tordesillas, Bembibre, Villamuriel etc. (todo esto dicho desde el máximo respeto). Era duro, pero no iba a ser impedimento para volver a soñar con el club de mis amores
Esta nueva etapa comenzó en uno de los mejores sitios posibles: Segovia fue la primera batalla frente a un rival que se quedó a un pasito de ascender a Segunda B el año anterior. Acabó con 0-0 y con la sensación de que había mucho trabajo por hacer, pero que mimbres y calidad, sobraban. Salí de La Albuera ilusionado y convencido de que lo mejor estaba por venir. Fui de los pocos, pero esta vez tenía yo razón. La primera decepción llegó en el Ruta, contra el Almazán. La primera tarde heroica llegó en Tordesillas y la primera batalla ganada fue contra el Palencia. El último partido ha sido hoy, en La Balastera. Un 0-0 contra el Cristo Atlético, que sabe como una derrota. No lo es, pero que un simple empate tenga tanto sabor amargo es la señal evidente de que las cosas se están haciendo de manera sobresaliente.
Reconozco que después de todo esto, sigo convencido de que descender no fue, ni más ni menos, un pasito atrás para coger impulso y quien sabe si para dar dos adelante. Eso ya se tendrá que ver dentro de algún tiempo. De momento solo le pido al 2016 el ascenso. Porque será el primero que yo vea al Zamora, y porque sé que va a ser especial. Ah, y también seguir coincidiendo por los barros de Tercera con personas que me regaló el fútbol. Y conocer en persona de una vez a otras muchas con las que merecer hablar de fútbol, y de la vida. Lo mejor está por venir.

Coño, si me he modernizado

Buenas amigos:

Aunque he tardado entre mucho y bastante, he decidido por fin abrir un blog. Lo hago simplemente para escribir mis reflexiones y no dar la vara ni en Facebook ni en Twitter. A partir de ahora todas esas parrafadas y testamentos se leerán aquí. Gracias a todos por el aguante.