martes, 22 de diciembre de 2015

Mi 2015 futbolistico.

Finalizó mi 2015 en cuánto a materia futbolistica. Otro año más al lado del Zamora Club de Fútbol, pero quizá este ha sido un tanto especial, dónde hay dos partes claramente diferenciadas: antes de junio y después de junio.
Comenzó el 4 de enero con el tercer desplazamiento. Esperaba el Reino de León, en donde, quien me lo iba a decir a mi, empezó la debacle. Aquel 1-0 frente a la Cultural Leonesa dio inicio a una racha en la que jugaras a lo que jugaras, siempre nos salia negro. Y esa racha, es hasta día de hoy, la losa más grande que el Zamora metió en mi corazón, y creo que lo será hasta dentro de muchísimos años. Pasaron muchas cosas, pero solo una triste conclusión: el Zamora, 16 años después y contra todo pronóstico, iba a perder la categoría. Opciones había, presentimientos de que lo iba a conseguir también. Realidades y argumentos había muchos, pero se iban apagando con el paso de las jornadas. Un partido para el recuerdo: aquel hermanamiento con el oviedismo, aquella fiesta futbolera que ganaron, pero en la que creo, luchamos dignamente. Tan solo un destello de esperanza en la jornada 36 frente al Avilés, al que se le endosó un 4-1. Pero se quedó en eso. Jornada 37 en Burgos que comenzó divinamente y que acabó en sentencia. En aquel 2-1 en El Plantío, de alguna manera, se apagó una gran parte de mi felicidad por entonces, se apagó mi ilusión, se acabó mi esperanza. Solo un milagro frente a la Cultu en casa podría terminar con la pesadilla.
No fue así. Aquel macabro 17 de mayo de 2015 viví mi primer descenso. Lloré. Mucho. Poco para como me encontraba, la cruda realidad. Solo el consuelo de los aficionados culturalistas y el saber que ellos en su día estuvieron peor que yo esa tarde salvó aquella puta tarde. La más negra desde que acudo al Ruta cada domingo. La más negra desde que mi padre me inculcó el rojiblanco, unos colores de los que seguía orgulloso, a pesar de todo. A pesar de haber descendido a Tercera División. Desde estas líneas, agradecimiento público a los que me escribieron, bien para dar ánimos, bien para hacerme creer que no era más que un pequeño bache.
Quizá ese fue el motivo que más me empujo después de aquello: el orgullo de ser del Zamora. En ningún momento se me pasó por la cabeza abandonar. Ni de coña. Era duro ver que el Zamora pasaba de enfrentarse a equipos como el Racing de Ferrol, el Compos o el Logroñes para enfrentarse con el Tordesillas, Bembibre, Villamuriel etc. (todo esto dicho desde el máximo respeto). Era duro, pero no iba a ser impedimento para volver a soñar con el club de mis amores
Esta nueva etapa comenzó en uno de los mejores sitios posibles: Segovia fue la primera batalla frente a un rival que se quedó a un pasito de ascender a Segunda B el año anterior. Acabó con 0-0 y con la sensación de que había mucho trabajo por hacer, pero que mimbres y calidad, sobraban. Salí de La Albuera ilusionado y convencido de que lo mejor estaba por venir. Fui de los pocos, pero esta vez tenía yo razón. La primera decepción llegó en el Ruta, contra el Almazán. La primera tarde heroica llegó en Tordesillas y la primera batalla ganada fue contra el Palencia. El último partido ha sido hoy, en La Balastera. Un 0-0 contra el Cristo Atlético, que sabe como una derrota. No lo es, pero que un simple empate tenga tanto sabor amargo es la señal evidente de que las cosas se están haciendo de manera sobresaliente.
Reconozco que después de todo esto, sigo convencido de que descender no fue, ni más ni menos, un pasito atrás para coger impulso y quien sabe si para dar dos adelante. Eso ya se tendrá que ver dentro de algún tiempo. De momento solo le pido al 2016 el ascenso. Porque será el primero que yo vea al Zamora, y porque sé que va a ser especial. Ah, y también seguir coincidiendo por los barros de Tercera con personas que me regaló el fútbol. Y conocer en persona de una vez a otras muchas con las que merecer hablar de fútbol, y de la vida. Lo mejor está por venir.

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